*por: EDUARDO FONSECA VARGAS*
En el cierre de la tercera de temporada del programa de O Istmo “Frontera arrasada: territorio de palabras ístmicas”, se presentó Emilia Yang, artista, investigadora y activista centroamericana comprometida con la memoria y los derechos humanos. Desde su experiencia personal y profesional, Emilia ha construido un legado que combina arte, activismo y sanación colectiva para enfrentar la represión y la violencia estatal en Nicaragua y en la región centroamericana.
Para Emilia, el arte y la investigación son herramientas fundamentales para procesar el trauma y construir comunidad. En sus palabras, “son formas de encontrar luz y esperanza en medio de la oscuridad, cuando sentís que te parte un rayo y estás sola”. Estas prácticas permiten documentar violaciones de derechos humanos, visibilizar las historias de las víctimas y fomentar la solidaridad.

Emilia se considera, ante todo, una activista. Su trayectoria está marcada por su lucha por la justicia y la verdad, impulsada por el asesinato extrajudicial de su tío a manos de paramilitares en Nicaragua. Este evento la llevó a unirse a la Asociación Madres de Abril (AMA), una organización de familiares de víctimas de la represión estatal que busca memoria, justicia y reparación.
Desde AMA, Emilia lidera el proyecto “Ama y no Olvida: Museo de la Memoria contra la Impunidad”, un archivo comunitario que preserva las historias de las víctimas de la represión a las protestas cívicas de 2018 en Nicaragua. Más de 500 personas fueron asesinadas, miles resultaron heridas y el derecho al duelo fue criminalizado. Las organizaciones internacionales de derechos humanos calificaron el actuar del régimen Ortega-Murillo como crímenes de lesa humanidad.
El proyecto, creado con la colaboración del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos, la Academia de Ciencias de Nicaragua y la Universidad Centroamericana, incluye un archivo con más de 200 entrevistas, fotografías y artefactos de memoria. Además, con el apoyo de familiares de víctimas desarrollaron “las rutas de la verdad”, que eran mapas interactivos que documentaban los momentos en que sus seres queridos fueron asesinados o detenidos. Aunque la exposición en Nicaragua fue clausurada en 2019 por amenazas y persecución, el Museo continúa activo en el extranjero, donde sirve como herramienta de incidencia y espacio de solidaridad.
Emilia subrayó que, en Nicaragua, donde no hubo procesos de justicia transicional después de la revolución y las guerras, la memoria es más que una herramienta histórica; es una fuerza organizativa. A través de proyectos de memoria, las víctimas han generado cohesión, aprendido de experiencias similares en otros países y fortalecido su lucha por la justicia. Aunque reconoce las limitaciones del sistema internacional de derechos humanos, enfatiza que “es la única solución que hemos hecho como sociedad para reconocer el sufrimiento de las víctimas, para reconocer que esto sucedió, y creo que para las víctimas ha sido muy importante que alguien nos diga sí sucedió, les creemos”.
Además, Yang reflexionó sobre la identidad centroamericana: “para mí es como un posicionamiento político en muchos sentidos, uno es el más obvio, creo yo, que en discusiones como entre Norte y Sur Global, hay varios sures”. Pero, también enfatizó con que esta identidad es tal vez más una práctica: “como feminista, tengo una gran crítica al Estado, a la nación, al nacionalismo, a la ideología que lo sustenta. Creo más en la relación entre los territorios de este istmo, que puedan crear alianzas y redes; obviamente no podemos borrar las diferencias, porque cada país ha tenido su trayectoria, pero sí desdibujar un poco esa frontera”. Este trabajo la ha llevado a colaborar en redes regionales como la Unión de Feministas Engendrando Nuevos Sistemas y participar en espacios como la Bienal en Resistencia en Guatemala .

Finalmente, en esta entrevista del programa FRONTERA ARRASADA, de O Istmo, Emilia expresó que la sanación colectiva también es un eje esencial de su activismo. Inspirada en feministas comunitarias, considera que la sanación es un acto político necesario para enfrentar los “multiduelos” que atraviesan a las sociedades afectadas por la violencia: “porque si pensamos, por ejemplo, un proyecto de memoria o un proyecto ante la violencia y no hacemos énfasis en la sanación, ¿pues también qué pasa con la violencia y los traumas no resueltos? Generan más violencia”.
*EDUARDO FONSECA VARGAS es de Turrialba, Costa Rica, es internacionalista por la Universidad Nacional de ese país, máster en Derechos Humanos y Democratización en América Latina y el Caribe por la Universidad Nacional de San Martín, Argentina, y se dedica a la gestión de proyectos sociales. Su primer poemario La guerra muda fue publicado por Nueva York Poetry Press (Estados Unidos, 2023). Ha compartido su obra poética mediante antologías, revistas y presentaciones en España, Estados Unidos, México, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y Argentina. Es miembro de O Istmo–Articulación Centroamericanista, Turrialba Literaria, y del Taller Literario Joaquín Gutiérrez. Contacto: edfon95@gmail.com












