ANÁLISE: “El descubrimiento de Centroamérica a través de su literatura”

Por Mercedes Seoane*

 

Digo en Europa, a donde me llevó un azar, que estudio Centroamérica; me miran con ojos respetuosos pero asombrados. Intuyo que no saben muy bien de qué región del mundo estoy hablando. Sin embargo, en mi país de origen, Argentina, el conocimiento no es mucho más profundo. Ni en México, tanto más cercano, donde intenté cercar mi objeto de estudio y convertirlo en tesis.

Para colmo, estudio literatura. Fue después de descubrir a un autor centroamericano contemporáneo, Horacio Castellanos Moya. Amor a primera vista (a primera lectura).

La literatura centroamericana entró pocas veces al panteón consagrado por los estudios literarios, los manuales y las reflexiones culturales de nuestro continente. Miguel Ángel Asturias, claro, es el nombre que más representa al istmo y, frecuentemente, el único hijo de esas tierras que logró su lugar en el Gran Canon Latinoamericano. Augusto Monterroso aparece con cierta frecuencia en los programas universitarios y los textos teóricos sobre literatura latinoamericana, pero muchos creen aún que era mexicano. Roque Dalton, infaltable en cualquier estudio sobre el tema, es, sin embargo, bastante desconocido fuera de las fronteras del istmo o de los estudios que reivindican un tipo de literatura comprometida, poco atractiva en estos tiempos neoliberales y desalentados.

El istmo parece escondérsenos tras las selvas y los volcanes que constituyen parte de su geografía y, principalmente, del imaginario endeble que europeos y sudamericanos tenemos de él.

No obstante, la narrativa y poesía centroamericanas gozan de buena salud. A pesar de las dificultades editoriales que azotan a toda la región, producto del mercantilismo desenfrenado de la época, algunos autores trascienden las fronteras y comienzan a hacerse oír. Ya desde hace tiempo, y acompañada por su fama en tiempos de revolución, la vasta obra del nicaragüense Sergio Ramírez alcanza su madurez; el guatemalteco Arturo Arias y el autor hondureño-salvadoreño, Horacio Castellanos Moya, antes citado, provocan odios y amores con sus textos muchas veces insolentes; los poemas de Ernesto Cardenal atraviesan épocas diversas, y la popularidad de Gioconda Belli en el exterior es indiscutible.

Los textos centroamericanos presentan una característica a mi juicio fundamental: son fuertemente atravesados por esa realidad extradiegética que los estructuralistas deseaban suprimir de sus análisis; aquí sería muy difícil, o al menos, empobrecería mucho la lectura, pues las obras eligen re-presentar con insistencia las violencias múltiples de sus sociedades, las consecuencias de las luchas recientes, de la paz no del todo saldada y, en definitiva, de antiguos y nuevos conflictos sociales. Traen al lector la imagen construida, a través de diferentes opciones estéticas, de su contexto, y se insertan incluso en la arena de la discusión extraliteraria, problematizando nociones tales como identidad, memoria histórica y nación. Los textos retoman estos discursos y los moldean para convertirlos en materia de ficción, objeto de parodia o debate alternativo que sólo se debe, en última instancia, a las reglas del arte.

La imbricación profunda de texto y contexto (especialmente notoria en la profusión del género novela histórica, la larga trayectoria del sub-género testimonial y los numerosos híbridos nacidos de los cruces entre aquellos y la ficción más “pura”) ofrecen al lector latinoamericano y universal un camino para desandar la apatía y el desconocimiento que mantienen al istmo encerrado en una supuesta provincialidad inexpugnable (no privativa del mismo, por cierto, en un subcontinente como el nuestro, donde el conocimiento de los vecinos suele ser notablemente pobre).

El desafío de empezar a conocer, no sólo la historia, sino la producción cultural de Centroamérica es nuestro. Quizás la difusión de su literatura pueda servir para comenzar a reparar la brecha histórica. Y, sin dudas, para deleitarnos en el camino.

 

*Mercedes Seoane é doutoranda em Estudos Sociais da América Latina (Universidad Nacional de Córdoba), Mestra em Estudos Latino-americanos (Universidad Nacional Autónoma de México).

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