Por: JUAN GABRIEL CAMPOS GUZMÁN*
Foto: Aleksander Aguilar-Antunes (Cumpleaños de San Simón / Maximón, Guatemala, San Andres Itzpa, 2017).
Cualquiera que conozca un poco la situación de la educación religiosa del Ministerio de Educación Pública (MEP) en Costa Rica podría pensar al leer el título “Educación Religiosa y Espiritualidades Indígenas” que se mencionan dos cosas distantes que no tienen que ver la una con la otra, y lamentablemente es así. En la asignatura de religión en el país solamente se enseñan elementos relacionados con el cristianismo tal y como lo establece el programa, y en el peor de los casos algunos profesores se enfocan solamente en el catolicismo.
Costa Rica es un país pluralmente diverso, y en la educación pública, especialmente en el área de religión, se debería al menos visibilizar aquellas comunidades con su riqueza cultural y religiosa que se mantienen en el olvido, como es el caso de los indígenas. Nos encontramos en una época en la que dichosamente se ha avanzado en el tema de derechos humanos, pero aún hay varias ocasiones en las que estos no se respetan y es necesario dar un paso adelante.
La Educación Religiosa ha presentado una baja considerable en su asistencia a clase por parte de los estudiantes, quienes solicitan un cambio en la asignatura, ellos piden que sea más inclusiva y que involucre otras religiones. Este cambio es ventajoso en dos sentidos, por un lado se beneficia la materia en si misma al integrar otras tradiciones religiosas lo que despertaría el interés de los estudiantes, además de romper con la hegemonía del cristianismo, y por otro lado se visibiliza y genera empatía con grupos minoritarios autóctonos al mostrar su cultura, sus creencias y sus problemas, con lo que se fortalece la identidad nacional.
En este texto se pretende mostrar brevemente la necesidad de reestructuración que necesita la asignatura de educación religiosa en el país, y plantear la propuesta de integrar la perspectiva de los pueblos originarios y sus tradiciones culturales y religiosas como una manera de refrescar la asignatura y a la vez proteger a estas comunidades, concientizando a la población estudiantil de su existencia y su riqueza cultural.
Necesidad de un cambio en la asignatura de Educación Religiosa
Antes que nada, vale recordar que dichosamente en el año 2010 se dio un cambio favorable para la asignatura a raíz de lo emitido con el pronunciamiento de la Sala Constitucional, mediante el cual la Conferencia Episcopal perdió el poder para nombrar a los docentes de religión. Esto dejó la materia en manos del MEP y ya no de la iglesia, dirigiéndose mediante el Departamento de Educación Religiosa. ¿Por qué este cambio es beneficioso? Pues, se rompe con la visión que percibía a la educación religiosa como parte de la pastoral educativa y comprendía a los docentes como agentes evangelizadores (Méndez, 2014) y de esta manera adquiere mayor autonomía, lejos de la influencia de una institución eclesial, para reinventarse y adaptarse a los tiempos.
Ahora podemos preguntarnos, ¿en qué consiste esa adaptación a los tiempos? Bueno, para nadie es un secreto que las clases de educación religiosa han crecido preocupantemente en sus cifras de inasistencia, según Murillo (2019) “Un reportaje del diario La Nación publicado el 5 de abril de 2018 decía que uno de cada tres estudiantes estaba exento de asistir a esa clase y que en diez años la asistencia se había reducido casi un 10%”, algo que verdaderamente nos hace pensar sobre el rumbo que debe tomar esta asignatura, ya que algo se ha venido haciendo mal y debe corregirse.
¿Qué es lo que se está haciendo mal? ¿Qué podemos cambiar? Para responder a esta pregunta resulta fundamental darle la palabra a los mismos estudiantes. En un estudio realizado por Laura Fuentes (2019) mediante grupos focales, se determinó que los estudiantes expresaron gran interés “en la posibilidad de conocer la historia y las narrativas sagradas de otras religiones y espiritualidades” (p. 62). Algunos de ellos afirmaban presentar la carta para no recibir lecciones ya que consideraban que estas se centraban solo en el catolicismo, ni siquiera se tomaba en cuenta otras denominaciones cristianas. Evidentemente en las clases de religión se arrastra una costumbre previa a lo ocurrido en 2010, en la que solo hay espacio para los creyentes católicos, urge cambiar en la práctica la mentalidad y el accionar de los docentes.
Si nos abrimos a la posibilidad de concebir una educación religiosa más abierta e inclusiva, le estaríamos haciendo un bien a la materia y a nosotros mismos como profesionales, ya que nos convertimos en personas más respetuosas de la diversidad y de los derechos humanos, y se podría eliminar la posibilidad de enviar una carta para no recibir las lecciones. Se benefician los estudiantes que desean tener un panorama más amplio de la cultura y religión existente en el país, y le haríamos justicia a las comunidades indígenas invisibilidades.
Educación Religiosa y Espiritualidades Indígenas
Podríamos decir que el cambio conveniente para el futuro de la educación religiosa es abrirse a las grandes religiones monoteístas, como el islam o el judaísmo, incluso abarcar también al hinduismo, budismo, y hasta buscar un acercamiento con el pensamiento ateo; lo cual no estaría nada mal, pero considero más importante comenzar con lo propio, aquello que es autóctono de nuestras tierras y que desgraciadamente hemos ido perdiendo como parte de la identidad nacional, las espiritualidades indígenas. Las clases de religión aportarían más con miras a las culturas originarias, para reforzar el conocimiento de nuestras raíces y examinar las creencias y condiciones de estas comunidades en la actualidad.
En Costa Rica contamos con múltiples pueblos originarios como los Bribri y los Cabécares, los cuales conservan bien sus tradiciones y creencias, mientras que hay otros como los malecus y los gnabes que las han perdido considerablemente, pese a mantener de mejor forma su lengua nativa. Y en el caso de los boruca y térraba mantienen una tradición oral mezclada con el cristianismo, y no conservan su lengua (Madrigal, s.f). Esto último es doloroso, ya que según el autor, el cristianismo interviene más en estos pueblos para evangelizarlos y convertirlos, pues los considera como inmersos en lo demoníaco, y no les importa rescatar su identidad cultural, ni mucho menos luchar por sus derechos.
Sin tener que hacer grandes cambios en el programa del MEP de religión, pero si en la mentalidad de los docentes, los contenidos de “dignidad humana” por ejemplo, se pueden aprovechar para revalorizar a estos pueblos que lucen discriminados hasta por las mismas iglesias cristianas que no les respetan en su autonomía y libertad religiosa. La clase de religión puede servir para conocer la espiritualidad de los pueblos que aún se conserva, y mostrar a los indígenas como seres humanos dignos y sujetos de derechos, amados por Dios.
Según el grupo focal realizado por Fuentes (2019) un estudiante expresó:
Acerca de espiritualidades indígenas y afrodescendientes no hemos aprendido nada, todo ha tenido que ver con el cristianismo, no es molesto, yo creo en Dios, pero es que tampoco hay que encerrarse y volverse ignorante de las otras religiones, porque lo que hacen muchos cristianos es criticar sin saber qué es, o en qué creen los demás. Sí nos interesaría ver contenido relacionado con la pluralidad étnica y cultural en Costa Rica, siento que es algo que se debería de ver, sería necesario para ayudar con la tolerancia, el respeto y la igualdad. (p. 63).
Los Malecu
Según Madrigal (2014) son un pueblo muy religioso, algo que se puede verificar tanto por su tradición oral como en sus actuales prácticas. Guardan mucha cercanía con la naturaleza, tanto que algunas de sus divinidades se encuentran en las cabeceras de los ríos (p. 94). Como todas las poblaciones indígenas tienen gran afinidad por la madre Tierra, y un respeto profundo por la vida en general. Este planteamiento guarda su parecido con el relato de la creación del génesis cuando Dios luego de crear se dice: “y vio que era bueno”.
Mucho de las creencias de este pueblo, y otros indígenas, encuentra gran paralelismo con elementos de la fe cristiana que hace más fácil su entendimiento. Por eso en una eventual clase de religión, el profesor puede valerse de aspectos en común para aproximarse a las espiritualidades indígenas.
Mitos
Respeto a la mitología de los orígenes, Según Madrigal (2014) los malecus sostienen que hubo 2 creaciones de todo lo existente. La segunda fue necesaria debido al fracaso de la primera. Por el mal comportamiento humano fue necesario transformar la tierra, y esto tuvo lugar a través de una gran cataclismo, un gran diluvio (p. 95).
Este mito es muy parecido a lo acontecido en el Génesis, cuando precisamente Yavé, a causa del pecado, del mal en el mundo, provoca un diluvio, y a través de este y la descendencia de Noé le sucede una nueva creación.
Con esto quiero decir que si profundizamos un poco en las espiritualidades indígenas, creencias, mitos, podemos hallar muchos elementos análogos que profesamos en el cristianismo, y que nos ayudan a visualizar lo que tenemos en común con la cultura indígena. De esta forma las clases de educación religiosa se enriquecen, conocemos las creencias de nuestros pueblos autóctonos, y los visibilizamos, ante una sociedad que parece ignorarlos por completo.
Hacia los cambios necesarios
La forma de impartir lecciones de educación religiosa debe cambiarse, los mismos estudiantes demandan una transformación, y el futuro de la asignatura lo requiere. Costa Rica se encuentra inmersa en una realidad multicultural, lo que significa que en la educación pública debe haber espacio para todos, y el primer paso para aproximarse a esta diversidad es tomar en cuenta a las culturas de los pueblos autóctonos, vale la pena empezar por aquellos que son parte de la identidad del ser costarricense.
Los docentes no tienen que esperar iniciativas del Departamento de Educación Religiosa para generar un cambio positivo en la asignatura, aunque eso sería lo ideal. En los contenidos actuales del programa, como en lo correspondiente a dignidad humana, se puede aprovechar para visibilizar a los indígenas, además de exponer sus creencias en analogía con el cristianismo, no porque no se valgan por sí mismas, sino para establecer elementos en común.
Las tradiciones orales, creencias, y mitos de los indígenas conforman una riqueza cultural y religiosa que no podemos desaprovechar. La educación religiosa tiene una gran oportunidad para reinventarse y abrirse a la inclusión, además de ser garante de los derechos humanos, empezando por la libertad religiosa.
REFERENCIAS
Fuentes, L. (2019). La brecha entre las prácticas de los docentes y las percepciones estudiantiles sobre la educación religiosa en costa Rica. Siwo. 12 (2), 47-71.
Madrigal, V. (2014). Conversiones, Transiciones, y Nuevas metáforas: un estudio de la situación religiosa entre los malecu, Guatuso, Costa Rica. Siwo. 7 (1), 91-126.
Madrigal, V. (s.f). La Casa Grande. Introducción a las espiritualidades indígenas de Costa Rica.
Méndez, J. M. (2014. 11 de febrero). La educación religiosa en la escuela pública, ¿todavía? . Diario Extra. http://www.diarioextra.com/Dnew/noticiaDetalle/224901
Murillo, A. (2019). Educación Religiosa en Escuelas públicas: Una historia sin solución. Semanario Universidad. https://semanariouniversidad.com/pais/educacion-religiosa-en-escuelas- publicas-una-historia-sin-sol
*JUAN GABRIEL CAMPOS GUZMÁN es costarricense, bachiller en Teología en la Universidad Teológica de América Central Monseñor Oscar Arnulfo Romero (UTAC) y en Enseñanza de la Religión, en la Universidad Nacional de Costa Rica (UNA). Tiene experiencia como docente en el Ministerio de Educación Pública de Costa Rica impartiendo clases de religión.