Por: DOLENE MILLER*
Nicaragua, como país centroamericano, comparte la misma historia que sus hermanas republicas; deriva de un tronco común del colonialismo y de las luchas que las llevaron a formarse en cuanto Estados-nación y adquirir su propia estructura y dinámica sociopolítica a partir del siglo XVIII y XIX que se podría decir iban a comportarse igual.
Sin embargo a casi dos años de cumplir su bicentenario encontramos que las sociedades centroamericanas han evolucionado de distintas formas en cuanto a la forma de ejercer gobierno el cual podemos ilustrar en el comportamiento que cada una tiene durante guerras civiles, desastres naturales y en este presente momento, pandemias.
Observamos que aún que sus democracias están fortalecidas porque sus representantes llegan al poder por medio de los votos y que tienen una constitución que las rige, no todas responden a las demandas de sus pueblos de igual manera.
Nicaragua como país que emerge de la colonia española y en alguna medida de la colonia británica por la experiencia de los territorios indígenas y afrodescendientes anexados, se enfrenta a lo que con horror vivieron los indígenas en una época en donde las enfermedades traídas por los colonizadores y que eran desconocidas por los indígenas, diezmaron a unos pueblos, minimizaron seriamente a otras poblaciones y algunas fueron desaparecidas por los efectos de estas enfermedades.
La difteria, el sarampión, la tos ferina, la viruela entre otras enfermedades de rápida transmisión comunitaria no encontraron barreras en la medicina tradicional de los indígenas y miles y millones de indígenas en las américas murieron. Por la indolencia del gobierno de Nicaragua la población puede revivir el horror de enfrentar una pandemia de igual impacto que de la etapa de la colonización.
La pandemia que enfrenta hoy el mundo moderno, conocido como covid-19, ubica a países tercermundistas o en vías de desarrollo como el caso de Nicaragua en condiciones altamente vulnerables por la pobreza, falta de información, sistemas inmunológicos débiles, con un sistema de salud precario y con una falta de liderazgo de sus dirigentes en el gobierno nacional que ha sido altamente cuestionado por los nicaragüenses y por las organizaciones internacionales como la OEA, la CIDH, la oficina de la Alta Comisionada de Derechos Humanos de las Naciones Unidas entre otros.
Ante la falta de dirección en el país en el tema de la crisis sanitaria, el problema de Nicaragua no es solo la pandemia y la decisión que opto tomar el gobierno de Ortega y Murillo sino que es un problema de índole sociopolítica por la crisis que surgió en el país en abril 2018 y del que aun las diferencias entre la población y el gobierno no han encontrado solución; por tanto la falta de dirección del gobierno de Ortega y Murillo en la presidencia de la república, pareciera que promueve el contagio masivo para matar a la población.
El comportamiento del virus no tiene freno, no distingue entre ricos o pobres ni entre blancos o negros ni tampoco la edad lo ha detenido, por otra parte, es sabido que hasta la fecha no hay vacuna por tanto la población nicaragüense está más expuesta y se desconoce por cuanto tiempo tardara en bajar la curva de contagio por las acciones que promueve el gobierno, que más bien pareciera que invita a la pandemia al país como un digno huésped para ensañarse con la población.
El gobierno nacional, la pandemia y el pueblo nicaragüense
Mientras en el resto del mundo se ha visto una articulación de esfuerzos para enfrentar la crisis sanitaria mundial que ha provocado este nuevo coronavirus, Nicaragua ha reaccionado de forma contraria, se dice que la dirigencia optó por el modelo que siguió Suecia con el Contagio del Rebaño, sin embargo, nadie sabe hasta la fecha, realmente, cuál ha sido la decisión del gobierno de Ortega y Murillo.
La presidencia de Nicaragua la conforma el matrimonio de Daniel Ortega y Rosario Murillo, presidente y vicepresidente respectivamente. sin embargo, a raíz del anuncio sobre la pandemia en Nicaragua un doce de marzo del presente año, los esposos Ortega Murillo entraron en cuarentena sin avisar a la población sobre su paradero.
El Sr. Ortega estuvo ausente de sus funciones por treinta y dos días y su señora esposa compareció por medios radiales negando la gravedad de la pandemia, fueron los funcionarios del Ministerio de Salud quienes de forma diaria se dirigían a la población por medio del Secretario Dr. Carlos Saenz informando que los casos que atendían eran importados y que estaban atendidos y estables. El Dr. Saenz era el que daba las cifras oficiales y no se permitía indagar más sobre el asunto.
La población nicaragüense no tenía referente oficial sobre el tema del covid-19 ni sabía cómo cuidarse y no había protocolo nacional para seguir. Para profundizar el problema el gobierno actuaba como si el virus no existía, decían que no podía provocar daños a la salud del pueblo, y que era una enfermedad de personas de países con clima helado y de primer mundo, con esto muchos nicaragüenses creían que era un montaje de la oposición y no tomaron medidas de protección.
Nada estaba claro con un presidente ausente y por las redes se escuchaba sobre las medidas que tomaban los presidentes de países vecinos, a la población consciente nicaragüense no le quedó más opción que seguir orientaciones que se lograba escuchar de medios de comunicación independientes que orientaban lo básico para proteger la salud de las personas.
En estas condiciones transcurrieron dos meses de incertidumbre, sin información y con la población consciente con mucha intolerancia hacia el gobierno, razón que obligó a la población a cerrar negocios, a usar mascarillas, a improvisar puestos para lavar las manos y a ponerse en cuarentena por voluntad propia.
En medio de la crisis surgieron iniciativas ciudadanas de documentar el avance de la pandemia en el país, el Observatorio Ciudadano del covid-19 es una iniciativa que ha investigado cifras reales de personas afectadas desde que inicio la crisis en el país y los datos que están por encima de los datos oficiales del país[1]
Mientras los hospitales están saturados y hay personal médico contagiado el Presidente de la República no tiene la capacidad de reconocer que las personas que están falleciendo es por covid-19, al último reporte del Ministerio de Salud, el gobierno registra al día martes 26 de mayo a 35 muertos por covid-19 en 759 casos, el gobierno también reporta que hasta la fecha hay más de 300 personas fallecidas por neumonía atípica y que en su libro blanco pretende justificar las medidas que el gobierno tomo para enfrentar la crisis sanitaria del covid-19.
Desde que se manifestó la pandemia en Nicaragua el presidente Ortega ha tenido solo tres comparecencias públicas, en cada una explica que Nicaragua tiene un sistema de salud moderno, que tiene la capacidad de enfrentar el virus, por tanto para Ortega lo más importante es que la economía camine porque con el virus se tiene que convivir y porque si hay cuarentena el país colapsa.
Solo el pueblo salva al pueblo
La OPS decreto recientemente que en Nicaragua existe transmisión comunitaria[2] del covid-19, esta clasificación obliga a la población nicaragüense a tener mayor precaución para conservar la salud, como podemos observar, desde que se dio a conocer sobre la pandemia el estado de Nicaragua no ha establecido ningún protocolo para la protección de los nicaragüenses por tanto la precaución corre por cuenta propia a como ya lo están haciendo personas conscientes cuando no envían a sus hijos al colegio, cuando la población mantienen distanciamiento social, cuando utilizan mascarillas.
Un ejemplo que es importante señalar es la decisión que han tomado cuatro comunidades indígenas y afrodescendientes de la Región autónoma del Caribe Sur de Nicaragua, cuando sus autoridades comunales amparadas en la Ley de Autonomía resolvieron iniciar cuarentena y tomar medidas de prevención en sus comunidades y con personas que entran y salen de sus comunidades.
La historia nos enseña lo que puede hacer una pandemia en comunidades pequeñas y ante la política del estado de Nicaragua de “sálvese quien pueda”, las comunidades optaron por resguardar la vida de su comunidad porque resguardar las vidas debería de ser prioridad para todos los niveles de gobierno existentes en el país.
Este ejemplo de autonomía comunitaria es significativo en el país y ante la falta de información veraz de las autoridades nacionales, la población en general y las comunidades indígenas y afrodescendietnes han hecho uso de sus derechos para llamar a cuarentena en sus casas y en sus comunidades para prevenir y salvar vidas de las personas y de la población.
Con acciones como la desobediencia civil, la auto cuarentena de un sector importante en los mercados de la capital de Nicaragua y en poblaciones donde el covidd-19 ha tenido mayor impacto como Managua, Chinandega, Masaya, los nicaragüenses empiezan a comprender que la pandemia es real y que está matando a la población, que los hospitales ya están desbordados y hace falta personal médico para atenderlos.
Nicaragua sufre profundamente porque además de enfrentar una pandemia sin información y sin recursos, la población sufre de un liderazgo que se cuestiona por la errática decisión de poner a su pueblo al contagio del rebaño siguiendo el ejemplo de un país como Suecia que tiene otras condiciones y calidad de vida que Nicaragua.
*DOLENE MILLER es Asesora Técnica Gobierno Comunal Creole de Bluefields y Facilitadora de la Alianza de Pueblos Indígenas y Afrodescendientes de Nicaragua– APIAN
[1] El observatorio nacional del Covid 19, reportan un total de 1270 personas afectadas y 266 muertes verificados en 74 municipios y las Regiones autónomas, con un incremento de 62% de casos (505).
[2]Geovanny Shiffman. Artículo 66. 25/05/2020. Reporte de la OPS indica que en Nicaragua ya hay Transmisión Comunitaria.