Por: María Mercedes Salgado*
El Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) nació en 1961 en medio de un ciclo de protestas[1]. Somoza García fue asesinado en 1956 por un grupo de jóvenes opositores cuando iniciaba la campaña para su tercer mandato. Esto coincidió con las sucesivas victorias del movimiento cubano 26 de Julio contra la dictadura de Fulgencio Batista, lo que animó a los exiliados nicaragüenses a realizar, de 1958 a 1963, incursiones armadas desde los países vecinos, y a los estudiantes y partidos políticos a movilizarse en resistencia cívica en las ciudades[2]. Todos los movimientos fueron aniquilados por la represión de la Guarda Nacional (GN).
Carlos Fonseca logró aglutinar a los sobrevivientes en el FSLN, rescató el legado antiimperialista de Augusto C. Sandino[3] y la doctrina del hombre nuevo del Che Guevara.
Fonseca tenía la certeza del triunfo de la revolución, pero no alcanzó a verlo, igual que muchos de los que cayeron en el camino. Después de 18 años de lucha armada, el FSLN encabezó la insurrección popular y la alianza multiclasista que derrotó a la dictadura somocista en 1979. En aquel momento, la dinastía Somoza cumplía 43 años y el tercer miembro de la familia, Anastasio Somoza Debayle, ocupaba el poder. El ciclo de protestas comenzó, a rigor, en enero de 1978 con el asesinato del dueño del diario La Prensa, Pedro Joaquín Chamorro y terminó con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista. Se calcula en 50 mil los muertos en la contienda.
En abril de este año, el pueblo nicaragüense volvió a las calles, ahora de forma pacífica, contra el gobierno del FSLN, del presidente Daniel Ortega y de la vicepresidenta Rosario Murillo, su esposa. Un nuevo ciclo de protestas comenzó sin que podamos vislumbrar su desenlace. El informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)[4] de la OEA afirma que los agentes estatales, principalmente la Policía Nacional y sus fuerzas antimotines, grupos parapoliciales, también llamados turbas, actuando en aquiescencia con la Policía, han puesto en marcha una respuesta represiva dirigida a disuadir la participación social en las manifestaciones. Producto de ello han muerto hasta este momento 317 personas, hay miles de heridos, centenas de presos y desaparecidos, y los tribunales comenzaron a judicializar las protestas encuadrando a los manifestantes en la recién aprobada ley antiterrorismo.
Este artículo pretende establecer un paralelo entre algunos mecanismos del ciclo de protestas 1978-1979 y los del ciclo 2018.
El ciclo de protestas 1978-1979
En la trayectoria de la revolución nicaragüense, tres mecanismos clave fueron identificados por McAdam et al[5] para la defección del fin del régimen somocista: la violación de los intereses de las élites; la ocurrencia de acontecimientos singulares que movilizaron a la oposición por producir una mezcla de alarma y ultraje; y el proceso de decertification, la pérdida de legitimidad del régimen somocista en el ámbito internacional.
La alianza de Somoza y las elites se rompió a raíz de los sucesos posteriores al terremoto que destruyó a la capital, Managua, en 1972. En aquella ocasión, el dictador Somoza impuso un control monopólico de los negocios relacionados con la demolición de edificaciones, construcción de carreteras, casas y edificios comerciales, de modo que sólo podían ejecutarlos las empresas de su familia. Consecuentemente, organizaciones empresariales inmediatamente asumieron posiciones políticas de oposición al régimen somocista.
Después de tres años de afrontas existía un abismo entre Somoza y las élites. Pero fue el asesinato del editor del diario La Prensa, Pedro Joaquín Chamorro, en 1978, lo que marcó un punto sin retorno para la burguesía y fue la gota de agua que desencadenó el ingreso masivo de activistas en las protestas y el desenlace del conflicto. La muerte de Chamorro causó sorpresa e indignación. Fue el resorte que empujó a más de 50 mil personas a reunirse frente a su casa el día de su muerte y a más de 30 mil a comparecer a su funeral. Acto seguido, la multitud quemó empresas propiedad de la familia Somoza.
Los regímenes dictatoriales están incorporados a una estructura de validación en el sistema internacional de los Estados-nación, a través de relaciones con otros regímenes y organismos internacionales. La falta de financiamiento militar de Estados importantes, la imposición de sanciones económicas, la ayuda militar a los insurgentes y la intervención tienen efectos directos e indirectos en la estabilidad de un régimen. En el caso de Nicaragua, cinco países contribuyeron para retirarle la legitimidad al régimen somocista: Costa Rica, Venezuela, Panamá, México y, especialmente, Estados Unidos.
El ciclo de protestas de abril 2018
En el trigésimo nono aniversario de la Revolución Popular Sandinista, el pueblo nicaragüense vuelve a las calles. El 18 de abril se rompió la alianza entre las élites y el gobierno de Ortega que duraba ya 11 años. La publicación del decreto de la reforma de la seguridad social que aumentaba las cuotas del sector empresarial, trabajadores y jubilados hizo que el Consejo Superior de la Empresa Privada (COSEP) declarara en conferencia de prensa que “el gobierno tomó la decisión de imponer estas medidas sin tomar en cuenta el modelo de diálogo y consenso”[6] y que iban a echar mano de los mecanismos legales para recurrir contra esta resolución.
Al día siguiente adultos mayores salieron a protestar en Managua, León y otras ciudades. La represión del gobierno Ortega a las protestas en las ciudades ha sido ejecutada por grupos conocidos como “turbas orteguistas”, afines al gobierno, que apalean y despojan de sus bienes a los manifestantes delante de una Policía Nacional, a propósito, distraída. Igual ha pasado con los periodistas y fotógrafos de medios independientes: les arrebatan sus equipos de trabajo y teléfonos celulares. Las imágenes de las cabezas rajadas de los adultos mayores se hicieron virales en las redes sociales y los estudiantes indignados se autoconvocaron para manifestar su apoyo a lo largo del país.
El 21 de abril, después de 3 días de protestas callejeras, el saldo era de 23 muertos entre transeúntes, apoyadores, manifestantes y un policía. Habían sido impactados por balas de fusiles en la cabeza, cuello y tórax. He aquí el punto sin retorno para la burguesía. En esa fecha el COSEP divulgó un comunicado en apoyo a la manifestación pacífica de los estudiantes y la población por sus derechos. Allí destaca que la crisis va mucho más allá del decreto de la seguridad social e insta al gobierno a cesar la represión, liberar a los ciudadanos detenidos y restablecer y garantizar la irrestricta libertad de prensa y expresión. Las transmisiones de medios independientes habían sido interrumpidas y una radio quemada por encapuchados.
A partir de ese momento, las marchas se volvieron multitudinarias y se difundieron por ciudades y pueblos. Se vieron mareas de gente enarbolando la bandera nacional en apoyo a los estudiantes universitarios que encabezaron el movimiento. En 1978, también la inmensa mayoría de los activistas del FSLN eran estudiantes y, como ahora, tampoco aceptaban la intervención de los partidos políticos y se organizaron de forma independiente.
El curso acelerado de la represión obligó a los activistas de todos los sectores a elegir representantes para participar en la Mesa de Diálogo Nacional, con la mediación de la Conferencia Episcopal nicaragüense. Confluyeron diversos sectores y diferentes generaciones, formando un nuevo frente multiclasista contra la dictadura. La Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia reúne a representantes de los estudiantes, intelectuales, campesinos, corporaciones empresariales, movimientos de la sociedad civil —mujeres, ambientalistas, anti-extractivistas, derechos humanos— y Costa Caribe.
Los eslóganes son condensaciones de la realidad explicada por los activistas. Algunos de los que se leen hoy son los mismos del FSLN en la lucha contra Somoza: “Que se rinda tu madre”; “El pueblo unido jamás será vencido”; “Que se vayan”. Uno de ellos, “Patria libre y vivir”, en vez de “Patria libre o morir” nos indica que las nuevas generaciones están tratando de escapar de la violencia que ha caracterizado la resolución de conflictos en la historia de Nicaragua. Tener derecho a vivir en una patria libre de dictaduras sin tener que matar o morir.
Para defenderse de la represión los jóvenes volvieron a construir barricadas, igual que en 1978-1979. La novedad son los tranques en las carreteras levantados por el movimiento campesino, fortalecido en los últimos años por su lucha contra la ley de concesión del canal interoceánico. Inicialmente, el mundo permaneció ajeno al conflicto.
En vista del elevado número de muertos y heridos, la Alianza Cívica demandó en la Mesa de Diálogo la comparecencia de la CIDH a Nicaragua. A partir de ese informe, el Consejo Permanente de la OEA, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y algunos gobiernos se pronunciaron por el cese de la represión y cifraron sus esperanzas en el diálogo nacional. El proceso de deslegitimación internacional del gobierno está en curso, ojalá llegue a tiempo para salvar las vidas de muchos nicaragüenses.
- MARIA MERCEDES SALGADO es ex diplomática nicaragüense en Brasil, y academica.
Bibliografía
[1] Seguen Sidney Tarrow (1995), se trata de períodos de confrontación en el sistema social en el que la acción colectiva se difunde rápidamente, con innovadoras formas de confrontación, nuevos marcos interpretativos y secuencias de interacción entre disidentes y autoridades que pueden terminar en reforma, represión, y a veces en revolución. (Tarrow, Sidney 1995 “Cycles of collective action: Between moments of madness and the repertoire of contention” en Traugott, Mark (ed.) Repertoires and Cycles of Collective Action (Duke University Press: Durham).
[2] SALGADO, Maria Mercedes 2016 “O recrutamento em movimentos de alto risco: o caso da Frente Sandinista de Libertação Nacional (FSLN) da Nicarágua”, Tesis de Maestría, Universidad de São Paulo, São Paulo.
[3] Augusto C. Sandino luchó contra la ocupación norteamericana en Nicaragua de 1927 a 1933.
[4] Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) 2018 “Graves violaciones a los derechos humanos en el marco de las protestas sociales en Nicaragua” OEA/Ser.L/V/II. Doc.86/18 en: http://www.oas.org/es/cidh/informes/pdfs/Nicaragua2018-es.pdf
[5] MCADAM, Doug, Tarrow, Sidney y Tilly, 2001 Charles Dynamics of Contention(Cambridge: University Press).
[6] Bejarano, Manuel, Cruz, José Denis y Velásquez, Uriel 2018 “Cosep apelará reformas del INSS” en <https://www.elnuevodiario.com.ni/nacionales/461429-cosep-apelara-reformas-inss/> acceso 8 de agosto de 2018.