Por: ALEKSANDER AGUILAR-ANTUNES* y LUIS MÉNDEZ**
En 2020 la Covid-19 nos confronta con una realidad que se ha venido acumulando desde hace mucho tiempo, y sobre todo en las últimas décadas. La actual pandemia de este más reciente coronavirus es la más grande crisis de la historia de la globalización y afecta profundamente todas las dimensiones de la vida social que entendemos por ‘normal’.
Porque aquella noción de normalidad del mundo previo al Sars-cov-2 estuvo, en realidad, sustentada por concepciones destructivas de la vida: en la aceleración del consumismo, del productivismo y del individualismo, en la ampliación imparable de los extractivismos y de la especulación financiera, en la violenta explotación humana, históricamente sistematizada y aprovechada por élites globales y nacionales autoconsideradas racialmente superiores.
Nuestra tesis fundamental, por lo tanto, coincide con la visión, reflexión y acción de una cantidad de movimientos sociales y pueblos en movimiento, organizadores sociopolíticos y/o intelectuales a lo largo y a lo ancho de nuestro continente: no podemos volver a la normalidad porque la normalidad es el problema, “lo normal es mortal”, lo dijo sin dar muchas vueltas, por ejemplo, Maristela Svampa.
En la década del 1990 los poderes facticos globales imponen el neoliberalismo como agenda de Estados y gobiernos, especialmente en América Latina; avanza de forma agresiva el proyecto privatizador de lo público y bajo la idea de liberalización de la economía y se da luz verde a las megaempresas transnacionales para hacer pactos no solo con gobiernos y grupos económicos sino también con el crimen organizado y redes del narcotráfico que terminan decidiendo poner o quietar presidentes y estructuras criminales dentro de la esfera gubernamental. Desde hace por lo menos 30 años el rostro del neoliberalismo, sobre todo en la región centroamericana (con algunas excepciones de forma pero no de fondo), no es otra cosa sino el despojo del bien público al servicio de las transnacionales, y la imposición de un Estado necropolítico, siguiendo el concepto de Achille Mbembe.
Y tal forma de gobierno nos generó hace apenas poco más de diez años otra grande crisis global, financiera, iniciada en 2008, cuando la máquina económica del planeta, para recuperar la idea de normalidad amplió la brecha de las desigualdades sociales.
El neoextractivismo que se desató de ahí no fue una solución; todo lo contrario, en los países latinoamericanos hemos estado viendo desde entonces la profundización de la concentración de la tierra, la expansión de la frontera agropecuaria, la destrucción de la vida como forma de gobierno en nombre de conceptos presuntamente incuestionables, que en realidad son discursos articulados por el colonialismo que configuran practicas perversas y una trampa civilizacional, paradójicamente aun aceptados como válidos: progreso y desarrollo.
Es decir, la recesión económica que hoy nuevamente nos golpea con creciente fuerza no es novedad, lo sabemos todos y todas, ya estaba en marcha antes de este coronavirus. La invasión a los territorios obedece a un proyecto colonial de más de 500 años y que a lo largo del tiempo ha tenido características diferenciadas no por el “objeto” producto de grandes disputas (oro, plata, bronce, hierro), sino por el sujeto colonizador y depredador de los territorios y de las culturas.
Lo que hace ahora la Covid-19 es agudizar los problemas y convocar a pensar y actuar con más decisión y preocupación. Nunca tantas personas y tantos territorios han sido confrontados tan rápidamente con un problema tan grave. El año 2020 se ha hecho el año de la pandemia y marca un antes y un después de las formas de guerras globales; guerra económica y biológica. Y pese a la crisis los gobiernos y empresas no han parado su proyecto de despojo de los bienes comunes de la naturaleza, especialmente en zonas de pueblos indígenas y otras poblaciones vulneradas, excluidas, y sometidas a la pobreza.
Pero la presente crisis, que es una crisis civilizatoria, crisis multidimensional que abarca la cuestión climática, migratoria, política, económica, es algo diferente de otras experiencias que hemos tenido en nuestra generación, algo que puede ser definido como colapso, siempre que no entendamos por ello un evento puntual sino un periodo más o menos prolongado.
No estamos ante ‘una crisis más’ sino ante el comienzo de un “proceso largo”, como ha planteado Immanuel Wallerstein, de caos sistémico, atravesado de guerras y pandemias, que durará varias décadas hasta que se estabilice un nuevo orden.
Ante este proceso, creemos que, tal como afirma Edgardo Lander, “la alteración del patrón civilizatorio hegemónico tiene que ser enfrentado con radicalidad”. Lander se refiere al modo capitalista, patriarcal, colonial, antropocéntrico, y a sus reflejos en las formas de vida consumistas, individualistas, violentas y carentes de afecto para con humanos y no humanos.
Este es un ejemplo fundamental de nuestro planteamiento. Las causas socio ambientales de la pandemia están ocultadas y lo que se ha construido en contrapartida es un discurso bélico que lo que hace es ocultar efectivamente estas causas y la relación entre globalización depredadora, capitalismo y naturaleza.
Un sesenta por ciento de las patologías microbiológicas que han surgido en las últimas décadas tiene origen animal. Los virus transitan de sus animales hospederos, a quienes no generan daño, para seres humanos que se enferman a hospedarlos, en razón de las cada vez más frecuentes invasiones y destrucciones de la vida salvaje.
¿Cómo se resiste y se cambia a este ciclo sistémico degenerativo?
Organizarnos es lo primero: por la construcción de alternativas sistémicas
La cuestión sociopolítica de perspectiva emancipadora más relevante hoy es cómo los movimientos sociales, y los pueblos en movimiento, van a actuar en esta nueva coyuntura.
Estamos actualmente en la posición de cuestionar los fundamentos mismos de las relaciones sociales del capitalismo. Estamos en condiciones de demostrar porque son fundamentales la auto organización, la protesta social con demandas estructurales, la expansión de los comunes, la discusión y construcción de alternativas sistémicas.
Estamos aptos hoy a tener escuchados nuestros incansables gritos de cuestionamiento de algunos distorsionados paradigmas de nuestra corriente orden civilizacional, los que refuerzan injusticias y opresiones, pero que de alguna manera han logrado constituirse discursivamente para ser asociado en cuanto un horizonte civilizacional valido, tales como crecimiento económico y globalización.
Lo que estamos viviendo en 2020 puede abrir a la posibilidad de la construcción de una globalización más democrática ligada al paradigma del cuidado – y no al perverso crecimiento económico, que nos empuja al ciclo degradante del desarrollo – y también a políticas públicas que podrían orientarse a un reordenamiento eco-territorial social y económico, quizás a través de nuevo grande pacto global, retomar aquellas alternativas que hace solo unos meses parecían inviables para encontrarle una salida diferente a esta crisis. Este posible reordenamiento incluye, además, las propuestas del decrecimiento, del ecofeminismo, del buen vivir, del post-extractivismo, entre otras.Estamos construyendo nuevas propuestas utilizando nuevas gramáticas políticas que contienen importantes sinergias capaces de representar alternativas sistémicas.
Sin embargo, en el caso de Centroamérica aún no se identifica un movimiento regional articulador de movimientos frente a la lucha extractiva en todo el istmo; son más articulaciones nacionales o internacionales como Vía Campesina, o análisis surgidos desde Escuelas de Educación Popular como Red Alforja o el Equipo Maíz, de El Salvador que por décadas han venido trabajando procesos de formación permanentes. El año del bicentenario centroamericano es nuestra oportunidad para una nueva y más potente articulación regional.
Bicentenario “desde abajo”: perspectivas ístmicas
En septiembre de 2021 se cumplirán 200 años de la independencia del Imperio Español de los territorios que conformaban la Capitanía General de Guatemala – la antigua unidad administrativa colonial. En este año-marco del hito del bicentenario centroamericano, convocamos a promover reflexiones epistemológicas y críticas a partir de los aspectos y dimensiones sociopolíticas y culturales hodiernas del istmo, la cual tiene como fundamento su historia.
Centroamérica suele ser entendida, sobre todo desde fuera de sus territorios, como una región, cultural e históricamente homogénea. Es “el” istmo. Su geografía, destino y maldición a la vez determina la mirada que, desde el exterior, se tiene sobre sus pueblos. Es la condición sobre la cual se genera la eterna percepción de “área geoestratégica” que históricamente mueve ambiciones e injerencias de poderes coloniales en busca de control comercial interoceánico, y otras formas de extractivismo.
Pero con esta forma de percibir Centroamérica, que no es infrecuente, estamos reduciendo a esta región, por más que lo neguemos, a una miopía que la ve a través de los lentes de la colonialidad del poder, que naturalizan su marginación y no reconocen sus complejidades y especificidades sociohistóricas; paradójicamente, una situación de invisibilización como región periférica que al mismo tiempo es irremediablemente central para el sistema-mundo. Estudiar e investigar Centroamérica, entonces, es interrogar a un espacio dominado por la lógica de diversidad-unidad social y cultural que, sumada a su lugar geoestratégico, la hizo, y sigue haciendo, un rincón único del planeta.
O Istmo y Mesa 11 de Diálogos Alternativos: de camino al Encuentro Centroamericano de los Pueblos en el marco del bicentenario
En este contexto y dado que algunos gobiernos centroamericanos se están planteando el desarrollo de jornadas, encuentros, conferencias, coloquios sobre esos 200 años de opresiones sociales, políticas, culturales sobre los pueblos ístmicos como O Istmo nos integramos al llamado que la Mesa 11 de Diálogos Alternativos de Honduras para la realización del Encuentro Centroamericano entre Pueblos y Academia en el marco del bicentenario, que será realizado en septiembre de 2021.
La Mesa 11 de Diálogos Alternativo es un espacio de articulación de organizaciones del movimiento social y popular hondureño, surgido en el año 2019 en el marco de la Plataforma por la Defensa de la Salud y la Educación; Plataforma que convocó diferentes mesas de trabajo para abordar la crisis de la salud y la educación desde diferentes ámbitos.
La Mesa 11 desde su inicio abordó la situación de la salud y la educación desde lo comunitario y aglutinó a organizaciones territoriales, pueblos indígenas y movimientos populares impactados por el extractivismo, el despojo de la tierra, el agua y todos los bienes comunes de la naturaleza. Nuestra concepción es de que la salud no es un tema segmentado de la realidad, cotidianidades y resistencias de los pueblos; la contaminación del agua como producto de la explotación minera, el represamiento de los ríos, la contaminación por agroquímicos para el proyecto expansivo del monocultivo, el irrespeto a las identidades culturales desde una educación colonial que violenta las identidades sociales, espirituales y culturales de pueblos indígenas y negros constituyeron elementos claves para cohesionar una fuerza política como Mesa 11 de Diálogos Alternativos en su etapa fundacional.
En el mes de noviembre del año 2019 la Mesa 11 en coordinación con la carrera de Sociología de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) convocó a un Encuentro Nacional de los Pueblos y Comunidades para un debate entre pueblos y academia, con la finalidad de poner en perspectiva temas comunes y miradas desde lo territorial, repensar grandes temas como el poder, la colonialidad, las resistencias, el extractivismo, patriarcado y luchas emancipadoras desde los cuerpos entre otros temas.(https://www.facebook.com/watch/?v=743249382815950) – (https://www.facebook.com/watch/?v=2475539076046767)
En el marco del Encuentro Nacional de los Pueblos se acuerda la firma de la “Declaración de Santa Rosa de Copán” que en su numeral sexto:
Como preámbulo al año del bicentenario de la soñada independencia, avanzar hacía encuentros regionales, un encuentro nacional con amplia participación de sectores y movimientos y pueblos que creen las condiciones para un Encuentro Centroamericano en el 2021; a 200 años de la permanente resistencia y lucha por la verdadera independencia y por la autodeterminación de los pueblos[1].
A un año de las celebraciones oficiales del bicentenario centroamericano la Mesa 11 ratifica el Acuerdo de Santa Rosa y hace el llamado, la convocatoria al Encuentro centroamericano en su numeral segundo establece: “Ratificar la Declaración de Santa Rosa de Copán de convocar para el 2021 al Encuentro Centroamericano de los Pueblos en el marco del bicentenario”; al debate de las ideas sobre el proyecto emancipatorio y la supuesta independencia impuesta por las élites, políticas, económicas y militares.
Como O Istmo celebramos dicha convocatoria, nos unimos en solidaridad y en nuestra articulación anunciamos aun para este año de 2020 un ciclo de debates regionales que nos permitan aglutinar ideas, pensamiento, colectividades, que en suma nos ayuden a caminar hacía ese debate de ideas, propuestas, articulación y resistencia populares que se convoca para el próximo año.
Es un esfuerzo colectivo y comprometido de nuestra Articulación Centromericanista de buscar los significados de la identidad regional centroamericana al explorar caminos que no raramente son pedregosos y resbaladizos Es problematizar el concepto de región; es enredarse en el debate sobre la soberanía nacional; es trabajar con identidades colectivas políticas, culturales y estatales como una forma de acceder a sus significativa vacuidad, insertada en una lógica de colonialidad, que en el marco de sus 200 años como región nos permite rastrear características de este espacio sociopolítico complejo donde, tal como ha poetizado Miguel Huezo-Mixco, “convergen estupidez y miedo, inteligencia y pasión, asombro y estupor, que no es Norte ni es Sur, que parece podrirse y, sin embargo, pervive”.
[1] http://www.ciprodeh.org.hn/index.php/noticias/comunicados/484-declaratoria-de-santa-rosa-encuentro-de-pueblos-y-comunidades-hacia-un-estado-intercultural
- ALEKSANDER AGUILAR-ANTUNES es periodista, escritor, academico y articulador politico-cultural, coordinador de la Articulación Centroamericanista O Istmo. Investigador post-doctoral en el Programa de Posgrado en Politica Social y Derechos Humanos de la Universidad Católica de Pelotas-Brasil (PPGPSDH/UCPel)
- LUIS MÉNDEZ es activista, educador popular, artista audiovisual y poeta que impulsó la escuela de formación política y los primeros colectivos de resistencia popular del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), miembro de la Mesa 11 de Diálogos Alternativos de Honduras.
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